LA VERDAD PROCESAL Y LA VERDAD REAL


 Si se inicia un juicio para analizar la responsabilidad de una persona, el juez tendrá que escuchar a las dos partes y tomar una decisión. Eso suena fácil pero en la práctica no es tan sencillo. 

Los jueces tienen que lidiar muchas veces con procesos difíciles donde la versión de cada una de las partes es totalmente opuestas y las pruebas no son tan claras.

En el derecho se hace la diferencia entre la verdad real y la verdad procesal, porque en un juicio, hallar la verdad se encuentra limitada por el tiempo, la práctica de la prueba y la legalidad de la prueba.

Así el tiempo es un limitante importante, por un lado se encuentran las oportunidades para presentar las pruebas y practicarlas, ambos tienen límites, pues de lo contrario los juicios nunca terminarían, por eso se colocan unas oportunidades para presentar pruebas, y un tiempo para practicarlas.

En la práctica de pruebas se puede presentar que el testigo no llegue al juicio, o que llegue y diga lo contrario de lo que iba decir, o que sea puesto en duda por la contraparte.

En la legalidad de la prueba, no se admiten pruebas que podrían ser importantes, pero que violan derechos fundamentales o el debido proceso, y no pueden ser tenidas en cuenta por el juez. 

Además de lo anterior, habría que adicionar las pruebas fraudulentas, como testigos y peritos comprados, o documentos falsos, que engañan al operador judicial, alejándolo de la verdad real. 

Así las cosas, existe una verdad procesal en cada juicio, de acuerdo con lo probado, a partir de la versión del demandante, la versión del demandado, lo probado en el juicio, y la versión que imprime el juez en la sentencia, que puede ser recurrida por las partes, y revisada por un juez de mayor jerarquía, quien podrá reafirmar la versión del juez, o en su defecto podrá crear una nueva versión. 

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